viernes, 9 de marzo de 2007

Jornadas Memoria Histórica


Estimados amigos y amigas:

El próximo viernes se inaugurarán las IV Jornadas de Cine y Justicia, dedicadas en esta ocasión a “la Recuperación de la Memoria Histórica”, organizadas por la Delegación Provincial de la Consejería de Justicia y la Admón. Pública de la Junta de Andalucía, la Asociación “Rocamar” y el grupo de investigación “Estudios del Tiempo Presente” de la Universidad de Almería.
Los actos se celebrarán en el Salón de Actos del Museo de Almería, situado en la carretera de Ronda nº 91.
El programa se puede ver en el siguiente enlace:
http://historiadeltiempopresente.com/Agenda/Cine%20y%20Justicia.htm

Un cordial saludo.

Rafael Quirosa-Cheyrouze y Muñoz
Profesor Titular de la Universidad de Almería
Responsable del el grupo de investigación “Estudios del Tiempo Presente”.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Precariedad

Julio Anguita
Mundo Obrero

Nuestros oídos y lo que es peor nuestra conciencia y nuestra capacidad de asimilación, se han ido acostumbrando como a una referencia cotidiana homologada con el vivir de cada día a la palabra precariedad. Ese dato de un 34% de contratos impensables en un autodenominado Estado de Derecho es únicamente un aspecto, una faz, un dato de una realidad salvaje.

Existen además otras precariedades tan injustas, lacerantes e ilegales como ese porcentaje de hombres, y sobre todo mujeres, para los cuales los Derechos Humanos, las constituciones, la UE y todo el montaje restante son puros entes ínsitos en cualquiera de los limbos creados por la mente humana.

El nivel salarial de un porcentaje mayoritario de la población laboral española es notablemente insuficiente para una vida sin dispendios de ningún tipo. Es estremecedor comprobar como la mítica cantidad de mil euros como salario "normalizado" es un referente cada vez más alejado de jóvenes trabajadores e incluso de trabajadores ya no tan jóvenes.

La precariedad en el acceso, uso y disfrute de una vivienda digna es ya un tópico. Alquileres caros y leoninos, precios de pisos que condenan a la gleba bancaria a quienes se atreven a embarcarse en la aventura.
Precariedad en pensiones y jubilaciones que no pueden ocultar los ejercicios numéricos de los ministros del ramo.

Precariedad comparativa con la UE respecto a Gasto Social y a Presión Fiscal y precariedad fiscal con las rentas del trabajo en beneficio de las del capital. Precariedad distributiva a la hora de subvenciones comunitarias a la Agricultura; en Andalucía el 20% de las ayudas recibidas son para el 0,9 % de los agricultores.

Precariedad ética y moral de organizaciones e instituciones nacidas a la Historia como defensoras y concienciadoras de los oprimidos que en esta hora coadyuban con su silencio y su discurso evasivo a que se siga perpetrando esta ofensiva brutal.

Precariedad analítica y de servicio público de medios de comunicación, formadores de opinión y vividores de la cosa que un día sí y el otro también ensalzan los crecimientos económicos pero obvian sus causas y ocultan que las diferencias son cada día mayores. Se deleitan en el crecer y no reparan en el repartir. A estas precariedades se le añade otra: la de aquellos que renuncian a saber, a inquirir o a opinar porque prefieren el sueño de la cultura del espectáculo (incluido el político) a conocer la verdad.

Reorganizarse para plantear una lucha política, ideológica y social en tantos frentes pero con un denominador común es una tarea urgente para una fuerza política que se sepa portadora de un instrumental de análisis y de una capacidad de lucha ideológica en el seno de la sociedad y de todas las organizaciones que en ella hay.

Quizás no haya habido en la Historia un momento como éste en el que la alternativa social bascule sobre dos pies exactamente iguales en importancia y dedicación: La Cultura y la Movilización consecuente. Combatir las precariedades y las indigencias de todo tipo es una tarea que no espera.

martes, 6 de marzo de 2007

El sueño de la democracia produce aznares

Joaquim Pisa

Aventura en la tierra

En el asalto a la razón democrática que estamos viviendo en España, José María Aznar López está brillando con luz propia en tanto que "instigador intelectual" de esta escalada permanente hacia el golpe de Estado en que se ha embarcado la derecha/extrema derecha española.
Desde marzo de 2004 y en progresión ascendente, el ex presidente Aznar no duda en emplearse a fondo en cuantas ocasiones se le presentan para delirar en público acerca de cualquier asunto español. Toda excusa es buena para que Aznar vuelque sobre sus conciudadanos su despecho, su rencor y su chulería, haciendo uso de esa verborrea propia del señorito falangista de provincias que es y que durante unos años fingió haber dejado de lado.
España está viviendo horas muy peligrosas, en las que masas fanatizadas por voceros mediáticos a sueldo, curas sin escrúpulos, políticos corrompidos y otros elementos igualmente nefastos, son incitadas a tomar la calle y a la "rebelión" contra el Gobierno legal y legítimo que el país se dio el 14 de marzo de 2004.
La calle no puede quedar en manos de los enemigos de la democracia y la libertad. Urge una respuesta ciudadana serena y contudente. Hay que empezar a movilizarse en defensa de lo conseguido durante estos treinta años, porque quieren tirar abajo lo que con tanto esfuerzo hemos ido construyendo en orden a una convivencia civilizada, democrática y avanzada.
De modo especial urge ya que los responsables gubernamentales de este país tomen rápidas medidas para atajar las llamadas al golpismo militar y al terrorismo fascista. No puede permitirse que un condenado por intento de asesinato y narcotraficante convicto mitinée en la calle llamando a la rebelión contra el Gobierno de España. Y menos todavía, que se prolongue de modo indefinido el espectáculo bochornoso que ofrece un ex presidente del Gobierno español, Jose María Aznar, socavando de modo impune los cimientos del Estado democrático y del prestigio internacional de su país en cada uno de sus discursos y en sus apariciones ante los medios.
La ciudadanía y los poderes públicos han de reaccionar antes de que sea demasiado tarde.

DECLARACIÓN DE LAS MUJERES POR LA SOBERANÍA ALIMENTARIA

Declaración de la Asamblea de Mujeres de Nyéléni reunidas los días 25 y 26 de febrero de 2007 en Selingué (Mali)

Nosotras, mujeres provenientes de más de 86 países, de múltiples pueblos autóctonos, de África, de América, de Europa, de Asia, de Oceanía y de distintos sectores y movimientos sociales, nos hemos reunido en Selingué (Malí) en el marco de Nyeleni 2007 para participar en la construcción de un nuevo derecho: el derecho a la soberanía alimentaria. Reafirmamos nuestra voluntad de intervenir para cambiar el mundo capitalista y patriarcal que prioriza los intereses del mercado antes que el derecho de las personas.

Las mujeres, creadoras históricas de conocimientos en agricultura y en alimentación, que continúan produciendo hasta el 80% de los alimentos en los países más pobres y que actualmente son las principales guardianas de la biodiversidad y de las semillas de cultivo, son las más afectadas por las políticas neoliberales y sexistas.

Sufrimos las consecuencias dramáticas de tales políticas: pobreza, acceso insuficiente a los recursos, patentes sobre organismos vivos, éxodo rural y migración forzada, guerras y todas las formas de violencia física y sexual. Los monocultivos, entre ellos, los empleados para los agro-combustibles, así como la utilización masiva de productos químicos y de organismos genéticamente modificados tienen efectos negativos sobre el ambiente y sobre la salud humana, en especial, sobre la salud de la reproducción.

El modelo industrial y las transnacionales amenazan la existencia de la agricultura campesina, de la pesca artesanal, de la economía pastoril, y también de la elaboración artesanal y del comercio de alimentos en pequeña escala en zonas urbanas y rurales, sectores donde las mujeres juegan un rol importante.

Deseamos que la alimentación y la agricultura se excluyan de la OMC y de los acuerdos de libre comercio. Es más, rechazamos las instituciones capitalistas y patriarcales que conciben los alimentos, el agua, la tierra, el saber de los pueblos y el cuerpo de las mujeres como simples mercancías.

Al identificar nuestra lucha con la lucha por la igualdad entre los sexos, ya no queremos soportar la opresión de las sociedades tradicionales, ni de las sociedades modernas, ni del mercado. Nos aferramos a esta oportunidad de dejar detrás de nosotras todos los prejuicios sexistas y avanzar hacia una nueva visión del mundo, construida sobre los principios de respeto, de igualdad, de justicia, de solidaridad, de paz y de libertad.

Estamos movilizadas. Luchamos por el acceso a la tierra, a los territorios, al agua y a las semillas. Luchamos por el acceso al financiamiento y al equipamiento agrícola. Luchamos por buenas condiciones de trabajo. Luchamos por el acceso a la formación y a la información. Luchamos por nuestra autonomía y por el derecho a decidir por nosotras mismas, y también a participar plenamente en las instancias de toma de decisiones.


Bajo la mirada vigilante de Nyeleni, mujer de África que ha desafiado las reglas discriminatorias, que ha sobresalido por su creatividad y sus rendimientos en materia agrícola, encontraremos la energía para llevar adelante el derecho a la soberanía alimentaria, portador de la esperanza de construir otro mundo, obteniendo esta energía de nuestra solidaridad. Llevaremos este mensaje a las mujeres de todo el mundo.


Nyeleni, 27 de febrero de 2007
[Traducción Francés-Español: Susana Cohen, Argentina]

lunes, 5 de marzo de 2007

La enfermedad de la anquilosis: el Espacio Europeo de Educación Superior y la Licenciatura de Derecho

Daniel J. García López

Estudiante de Derecho, Universidad de Almería


“Si todos disfrutasen por igual del lujo y del ocio, la gran masa de seres humanos, a quienes la pobreza suele imbecilizar, aprenderían muchas cosas y empezarían a pensar por sí mismos; y si empezaran a reflexionar, se darían cuenta más pronto o más tarde que la minoría privilegiada no tenía derecho alguno a imponerse a los demás y acabarían barriéndoles. A la larga, una sociedad jerárquica sólo sería posible basándose en la pobreza y en la ignorancia”.

Con esta contundente sentencia G.Orwell hablaba sobre la antiutopía de la ignorancia en su libro 1984, allá por 1949. Y es que la ignorancia del pueblo, del ser humano, es la fuerza del déspota, del dictador:

“La guerra es la paz; la libertad es la esclavitud; la ignorancia es la fuerza”.

Un pueblo que no conoce su historia (memoria histórica) es un ente sin identidad, carente de cualquier criterio de valoración, arrojado a las garras de la vorágine consumista de la dictadura del capital.

Hace ya algunos siglos, tras superar el “efecto mil”, surgió allá por el Norte de Italia la primera Universidad del mundo occidental, especializada en Derecho. Hoy día, superado el “efecto dos mil”, Bolonia vuelve a estar en boca de ¿todos? Si en sus inicios pocos podían acceder a los estudios universitarios dominados por el clero, ahora nos enfrentamos con el eterno retorno: el clero empresarial y la religión del consumismo. Pocos saben qué es eso del Proyecto Bolonia, el Espacio Europeo de Educación Superior o los extraños ECTS. Un proyecto gestado en “los altares” sin contar con el pueblo, con los estudiantes. No voy a hablar de todos los problemas que acarrea este “nuevo mercado”, por ello me centraré en un punto: La Licenciatura de Derecho.

Curso la Licenciatura de Derecho con el plan de 1953, 25 asignaturas anuales, sin créditos, ni optativas. De esas 25 asignaturas, sólo dos tienen carácter humanista: Teoría del Derecho (el mal llamado “Derecho natural”) y Filosofía del Derecho. Ahora, con la mercantilización de la universidad, pretenden suprimir las asignaturas de filosofía (o al menos reducirlas), pues no son “rentables”, no producen “imbecilización” en el sentido de Orwell, potencian mentes críticas y para el mercado eso es una bomba de relojería. Si las cosas van como parecen, es decir, si seguimos en este estado de infantilización, los licenciados en Derecho serán meros peritos aplicadores de la ley, seudo-ingenieros jurídicos. Acríticos positivistas al servicio de la lex mercatori, con traje y corbata. No se plantearán el derecho dado, pues éste reflejará la ideología que la minoría que ostenta el poder imponga y cuestionarla sería una herejía. No habrá lugar a la reflexión más allá del silogismo lógico jurídico –muchas veces erróneo— creador de falacias naturalísticas. Llegará el reino ontológico de la inmutable mutabilidad. Las ideas serán tomadas como (juicios de) hechos. Un sistema que se demuestra a sí mismo, revalorizado por una élite económica que será la única que podrá acceder a los postgrados en este Espacio Europeo de (des)Educación Superior, salvo, claro está, si uno tiene la osadía de hipotecarse con las becas-crédito o cobijarse en las Empresas de Trabajo Temporal, refugio y a la vez, bombardero.

La dilatación de la cultura y el pensamiento científico en Europa puede acarrear, entre otras, dos consecuencias: la amplitud de su campo de irrigación o, antitéticamente, la anquilosis.

La primera de estas consecuencias lleva consigo la democratización de la sociedad, puesto que la cultura, como derecho, evita el pensamiento único, el absolutismo, y produce el pluralismo propio del Estado social y democrático de Derecho. Ampliar la percepción visual hace que podamos ver más cosas, que nuestro pensamiento crítico florezca; limitarnos con un catalejo cuando somos (nos imponen ser) miopes, produce dolor de cabeza. Decía Freud, entre sueño y sueño, que la función de la cultura (del arte) en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe. Por ello podemos decir que la cultura nos otorga dignidad, nos da caminos, en expedición kafkiana, a la verdad, es decir, a nosotros mismos.

A sensu contrario, la otra consecuencia produce inaccesibilidad, falta de movimiento, paralización mental e imposición de la “verdad”. En las experiencias absolutistas, desde las rancias monarquías medievales hasta los que propugnan la dictadura del proletariado, pasando por generalísimos y emperadores de sotana y báculo, se ha dicho lo que se podía y no se podía leer, lo que se podía y no se podía pensar, quemando (en sentido figurado y literal) lo prohibido y a quien osara decir “lo contrario”. Un Espacio Europeo que no sólo impondrá, sino que hará sentir al pueblo como parte de él, como un engranaje más en la cadena de montaje weberiana.

Pero los tiempos cambian o las revoluciones se encargan de ello, y la reconstrucción de la razón es un hecho y un deber. La cultura poco a poco deja de ser periférica, de unos pocos, para ser de todos. El humorista Groucho Marx nos dijo, en una entrevista, que la televisión (pan et circenses) ha hecho maravillas con la cultura, puesto que en cuanto alguien la enciende “me voy a la biblioteca y leo un buen libro”. Lamentablemente los anaqueles de las bibliotecas dejarán paso a los stand de ventas de productos: los/las estudiantes.

Llegarán los tiempos en que, como el animal kafkiano, se arrebate el látigo al amo y nos fustiguemos nosotros mismos para convertirnos en amos, fantasía de un nuevo nudo en la correa del látigo. Eso sí, nos darán alcohol (en todas sus acepciones y grados) para cicatrizar nuestras heridas.

jueves, 1 de marzo de 2007

La Universidad Complutense de Madrid abre sus puertas a la mercantilización del conocimiento

Carlos Fernández Liria
Rebelión

¿Cuál es la verdadera naturaleza del proceso de Convergencia Europea en Educación Superior? Se dicen tantas cosas al respecto que muchos ya no saben qué pensar. En la Universidad Complutense, por ejemplo, es casi imposible averiguar cuál es la opinión de su rector Carlos Berzosa, de tantas y tan diferentes opiniones que ha venido a expresar dependiendo de qué público le estuviera escuchando. Su vicerrector de Investigación y Espacio Europeo de Educación Superior, José Carrillo sí parece, en cambio, tener las ideas muy claras y no cesa de intentar tranquilizarnos respecto a la naturaleza de lo que se nos viene encima.

Así, bajo el título “La convergencia tranquila”, la gaceta del equipo rectoral de la Universidad Complutense de Madrid (Tribuna Complutense, nº 29, octubre de 2005), acaba de publicar una festiva doble página en la que el rector Carlos Berzosa aparece arropado por unas decenas de alumnos muy sonrientes que parecen estar celebrando la inminente implantación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), es decir, la consolidación del llamado “proceso de Bolonia” en las universidades españolas. Los artículos que acompañan a la foto vienen a decir que, pese a algunas reticencias en minoritarios sectores del profesorado (como los autodenominados “Profesores por el conocimiento”), en estos momentos hay suficiente consenso para afirmar que “el EEES es una magnífica oportunidad para mejorar una universidad que todos están de acuerdo en que debe ser mejorada”. Eso no impide, nos dice el autor del artículo, reconocer que “existen riesgos”, riesgos de que las empresas privadas se apoderen del espacio académico, imponiendo criterios de rentabilidad económica a la producción de conocimientos y convirtiendo el saber en una mercancía más de este mundo de mercancías. Sin embargo, el consenso general es que estos riesgos pueden asumirse y, sobre todo, que no deben exagerarse.

En realidad este supuesto consenso ni existe ahora ni ha existido jamás. Ha sido completamente prefabricado a base de reunir en cada ocasión a los que siempre estaban ya de acuerdo en lo esencial. El supuesto apoyo de los estudiantes es un completo montaje. De hecho, unas de las mayores movilizaciones que se recuerdan en las universidades madrileñas se convocaron durante el curso 1999/2000 para combatir la mercantilización de la Universidad que, por aquel entonces, venía anunciada por el Informe Universidad 2000 (más conocido como Informe Bricall), cuyo contenido coincidía exactamente con el espíritu de Bolonia que ahora ha venido a plasmarse en la Convergencia Europea. Un año después, cuando los estudiantes volvieron a movilizarse masivamente contra la el Proyecto de Ley Orgánica de Universidades, el PSOE y la Conferencia de Rectores hicieron todo lo posible por ponerse a la cabeza de las manifestaciones, pues esta vez parecía que la cosa iba tan sólo contra el Partido Popular. Ni mucho menos era así. Unos 25.000 estudiantes se negaron a seguir el recorrido proclamado por la cadena SER y anunciaron que se manifestaban contra la LOE, pero bajo el lema “no somos Zapatero, no somos los rectores, somos gente honrada”. Con eso querían señalar que eran los mismos que se habían manifestado el año anterior contra el Informe Bricall y contra el espíritu de Bolonia, y que si ahora se oponían a la LOE no era porque nos apartara de tales directrices, sino, al contrario, porque las asumía enteramente. Denunciaban así lo que consideraban que era una agresión que podía herir de muerte el carácter público de las universidades españolas y europeas, condicionándolas al criterio de la demanda empresarial.

Por parte de los profesores tampoco parece que haya mucho consenso. Profesores por el Conocimiento (http://fs-morente.filos.ucm.es), por ejemplo, ha reunido ya 2500 firmas de profesores universitarios europeos en apoyo de un Manifiesto (http://147.96.40.211/formulario.cfm) que denuncia, fundamentalmente, que tras esta “tranquila Convergencia europea” se esconde un proceso de mercantilización de la universidad.

Algunos pensamos que, en realidad, nos enfrentamos a una verdadera reconversión industrial en el sector de la educación superior, un proceso de privatización de la universidad que es enteramente coherente con las salvajes directrices marcadas por la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Acuerdo General del Comercio de Servicios (GATS) para reducir el peso del sector público tanto en la Educación como en la Sanidad.

¡Pero no hay que preocuparse, se afirma en el artículo de Tribuna Complutense! Los rectores son perfectamente conscientes de estos peligros y riesgos y están completamente decididos a evitarlos. En palabras del rector de la Universidad Autónoma de Madrid, Ángel Gabilondo, “el objetivo es mejorar la universidad y como lo vamos a hacer entre todos, debemos tener confianza en que tendremos cuidado en no caer en esa universidad que ninguno queremos”.

Veamos cuánto valen estas palabras considerando el ejemplo de lo acaecido en una reunión de decanos de la Universidad Complutense, convocada por el vicerrector José Carrillo, en la que se pretendía, como siempre, “consensuar” y “debatir” el “Borrador de Proyecto de Normativa de los Programas Oficiales de Postgrado”. Para los no iniciados, hay que advertir que las actuales licenciaturas, normalmente de cinco años, serán reducidas a unos estudios de grado normalmente de tres años; los postgrados, que serán ofertados por las universidades de acuerdo con inversiones e iniciativas empresariales, tendrán un carácter de especialización acorde con “las demandas de la sociedad”, las cuales, se repite y se repite para tranquilizar a los más alarmistas y apocalípticos, no hay por qué entender que deban ser necesariamente “demandas mercantiles”. Y en efecto, los más “alarmistas y apocalípticos”, en una Junta de la Facultad de Filosofía, propusieron, sólo para su tranquilidad, una pequeña enmienda al borrador. Se trataba tan sólo de plasmar en el texto legal eso mismo que no para de repetirse y repetirse.

Así pues, ahí donde ponía:

Artículo 2.1. El Consejo de Gobierno de la Universidad tiene la responsabilidad de aprobar las propuestas de Programas Oficiales de Postgrado.

Se propuso que se pusiera:

Artículo 2.1. El Consejo de Gobierno de la Universidad tiene la responsabilidad de aprobar las propuestas de Programas Oficiales de Postgrado y de procurar que existan los medios materiales para hacer posible su calidad, comprometiéndose, especialmente, a promover aquellos Programas Oficiales de Postgrado que, habiendo demostrado tener interés académico, carezcan, sin embargo, de financiación externa o no gocen de una demanda social cuantificable en términos científico técnicos o instrumentales.
Por supuesto, esta enmienda fue rechazada (aunque no por unánime consenso). Se dijo que eso ya se sobrentendía. Sí, para sobrentendidos que estamos…

* * * *

Hubo también otra significativa enmienda que tampoco llegó a aprobarse: una que exigía que los profesores del Postgrado fueran doctores. Este detalle era absolutamente fundamental para garantizar que los criterios empresariales no van a comer el terreno a los criterios académicos. Al no incluir este requisito académico en la normativa de Postgrado, la Universidad Complutense ha abierto sus puertas a la posibilidad de que cualquier profesional con suficiente poder, dinero o influencia pueda ejercer como profesor en los Postgrados. En un momento dado, aprender economía ya no tendrá que ver con estudiar a Adam Smith, Keynes o Hayek, sino con escuchar a Emilio Botín contar sus experiencias.

Esto también da idea de cuánto vale eso del “cuidado que vamos a tener para no caer en esa universidad que ninguno queremos”. Al menos en la Complutense, ya se ha decidido que ese cuidado no se traduzca en nada por escrito. Palabras, palabras y nada más que palabras. Se nos perdonará entonces que algunos alarmistas y apocalípticos estemos más preocupados a causa de las directrices generales de la OMC y el GATS que sosegados gracias a las llamadas a la tranquilidad que nos hacen Ángel Gabilondo o José Carrillo.