jueves, 14 de enero de 2010

Una Antena sobre nuestras cabezas

En la actualidad, una de las principales amenazas para la salud de la sociedad es la “electrocontaminación” producida por el hombre. Esta contaminación electromagnética no ionizante de origen tecnológico es especialmente perniciosa porque escapa a la percepción de los sentidos, circunstancia que tiende a fomentar una actitud bastante inconsciente en relación con la protección personal. Con todo, la naturaleza de la contaminación es tal que, literalmente, “no hay lugar donde esconderse”. Además, dado el tiempo, relativamente escaso, durante el cual la humanidad se ha visto expuesta a ella, no tenemos ninguna inmunidad evolutiva ni contra los efectos nocivos que directamente pudiera tener sobre nuestros cuerpos, ni contra las posibles interferencias con los procesos electromagnéticos naturales, de los que depende la homeóstasis, por ejemplo, la resonancia Schumann: un campo electromagnético débil que oscila de forma resonante en la cavidad situada entre la superficie de la tierra y la ionosfera, a frecuencias próximas a las de los ritmos del cerebro humano. Se ha descubierto que aislarse de éste daña la salud. […]

[…] Otro asunto de especial preocupación para el público –y que además está provocando un gran escándalo– es el sometimiento involuntario de ciertos grupos de población durante 24 horas al día, 7 días a la semana a las emisiones de las estaciones base GSM, en los casos en que éstas se encuentran ubicadas, de forma indiferente, cerca de casas, colegios y hospitales. El entorno de estas personas está permanente e inevitablemente contaminado. Se trata de una situación completamente inaceptable que plantea cuestiones éticas serias y que contraviene alCódigo de Nuremberg, en la medida en que serán estas personas quienes finalmente demostrarán en qué grado es nociva la exposición crónica a tales campos, información que actualmente no se encuentra accesible. En otras palabras, para todos los efectos son sujetos involuntarios de un experimento en masa.
[…]

[…]De especial importancia es la atención concedida

(i) al hecho de que los campos electromagnéticos no son ajenos a los organismos vivos, sino que desempeñan un papel crucial a la hora de controlar y mantener sus funciones metódicas. Es decir, que un organismo vivo es un instrumento electromagnético de importante y exquisita sensibilidad;

(ii) La subjetividad de la vulnerabilidad humana que necesariamente resulta de la naturaleza intrínsecamente no lineal del problema, reconocida aquí desde el principio; y

(iii) la presencia de rasgos de frecuencia extremadamente baja (FEB) tanto en los impulsos de microondas emitidos por la antena de un teléfono móvil como en el (mucho más penetrante) campo magnético asociado con la sobretensión de la corriente eléctrica del aparato, necesaria para la generación de impulsos de microondas.


Efectivamente, en este trabajo se sugiere que, precisamente, es a través de la presencia de estos rasgos de FEB la forma en que las emisiones de telefonía GSM y otras tecnologías de comunicación afines, como TETRA, pueden influir en la función del cerebro, sobre todo en su actividad electromagnética (ondas cerebrales); en su electroquímica (incluida la del sistema neuroendocrino, especialmente en relación con los niveles de melatonina) y en la permeabilidad de la barrera sanguínea del cerebro, así como alterar las concentraciones de calcio de las células. Es posible que este último efecto sea únicamente una faceta concreta de la influencia perjudicial más general que los campos FEB pueden tener sobre la integridad de conexiones esenciales entre iones y proteínas (como lo sugerido por un reciente trabajo ruso).


Aquí tenéis un extracto del “Resumen de opciones y Síntesis” del Estudio “Los efectos fisiológicos y medioambientales de la radiación electromagnética no ionizante” encargado por el parlamento europeo. Y qué tiene que ver esto con la Universidad, os preguntareis. Tenéis una antena de GSM encima del Aulario I, y posiblemente ninguno de vosotros lo sabía, porque no se había fijado nadie.


Sacad vuestras propias conclusiones.

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